Datos del Libro:
Autor: Tomás José Riva.
Ilustrador: Rodolfo Morfese.
Prólogo: Enrique Ernesto Pagani.
Editorial: Algazul.
Año: 2011.
Ejemplar de la Biblioteca D. F. Sarmiento de Cañuelas.
Reseña:
PRÓLOGO
Esta nueva entrega poemática de Tomás José Riva gira en torno del mundo que rodea al planeta, aunque el viaje, cada tanto, detenga su derrotero en alguna estación dela tierra.
Volar significa ir hacia el mundo de las alturas, acercarse a la armonía inaudible para el hombre pedestre, la que emana del concierto universal interpretado en las altas esferas celestiales —las que alude Pitágoras—y cuyas vibraciones hacen posible la evolución de los cuerpos cósmicos.
Ese viaje a las alturas permite al común mortal el acercamiento hacia un piano trascendente, donde están las esencias —el mundo ideal del que habla Platón con sus arquetipos inmutables—; los misterios del infinito; los soberbios poderes sobrenaturales; la colosal desmesura del universo; las potencias eternas; en definitiva, la morada de los dioses.
Estar más cerca del Absoluto, de los dioses —de Dios—, posibilita la entrega pánica (en el sentido griego del término: 'total') del hombre que roza los límites con lo divino, y cuya misión ha sido —desde los orígenes del hombre hasta nuestros días— la de ser intermediario entre ese Cielo que "cubre" (en el doble sentido de 'rodear' y de 'abrazar sexualmente', como en el mito griego de Urano) a la Tierra y la pobre y desvalida criatura humana.
El poeta siempre es —de alguna manera, y, ¿por qué no, de todas?— un marginal: pretende llegar a lo inaccesible.
Está en los márgenes de dos mundos: el terrenal y el divino. Traspasar los límites es ser un transgresor y el poeta —por serlo— es alguien que, a causa de su areté (es decir, su 'excelsitud') se extralimita y, por ello, recibe las sanciones de los dioses y, también, de su triste remedo: los hombres.
Y, para colmo de males —,o de bienes?— estos vuelos de Tomás José Riva (Tito, de ahora en más) son circulares. Según Luc Benoist —en su obra Signes, symboles et mythes(Paris, Presses Universitaires de France, 1989)—, "el círculo es el desarrollo del centro en su aspecto dinámico, en tanto que el cuadrado lo representa en su aspecto estático. Por ello, el círculo simboliza el cielo, tal como lo expresan los tres recintos circulares de la Jerusalén celeste, mientras que el cuadrado simboliza la tierra; por este motivo, el Paraíso terrenal es cuadrado". En esta transcripción del texto de Benoist (de la página 52, de la edición citada, en traducción de quien esto escribe), vemos los términos claves de este poemario.
Las partes que integran el libro llevan, en su denominación, las marcas sígnicas que son una suerte de santo y seña que permiten descifrar los códigos líricos del poeta.
¿Quiénes están en esa vida? No lo sabemos. O, mejor dicho, sí, lo sabemos: los poetas angélicos que, como él, nos brindan estos versos para que nosotros, los comunes mortales, lo acompañemos en sus reveladores...
Vuelos circulares.
ENRIQUE ERNESTO PAGANI
