Haiku. Desde el camino (edición trilingüe: español - portugués – inglés)

Haiku. Desde el camino (edición trilingüe: español - portugués – inglés)

Datos del Libro:

Autor: Rolando Paciente.

Editorial: Dunken.
Año: 2012.

Ilustración de tapa: María Carmen Grossmühler.

Ilustraciones interiores: Rolando Paciente.

Prólogo: Stella Maris Acuña.

Traducción al inglés: María Santamarina.

Traducción al portugués: Eva María Gomes.

Ejemplar de la Biblioteca D. F. Sarmiento de Cañuelas.

Reseña:

PRÓLOGO

Mucho se ha dicho sobre el poema haiku. Sólo mencionaremos, para guiar al querido lector, que es una poesía breve japonesa, de diecisiete sílabas en su estrofa. Que la estrofa clásica posee cinco, siete y cinco sílabas, en cuanto a su forma externa. Sin embargo, en su estructura interna se encuentra un mundo de recursos diferentes, propios del género lírico y de la pragmática.

Nos abocaremos, exclusivamente, al contenido de este texto que hoy, nos reúne, y, acompañaremos a quien, en este momento, tenga en sus manos este libro.

Nuestro pequeño apunte guía comienza así: El poeta Rolando Paciente ha separado los poemas por estación del año, dando de esta manera, una gran importancia a las cuatro estaciones. ¿Por qué lo habrá hecho? ¿Tal vez para distinguir colores, perfumes, formas? No lo sabemos.

Lo que sí conocemos es que la naturaleza tiene una gran importancia en esta forma lírica. Y ella se manifiesta de manera diferente, de acuerdo a cada estación.

Comenzaremos a conectarnos con los haiku, desde la primavera, que contiene la ley del eterno retorno. En donde, todo vuelve a “ser” en donde asoman los pequeñitos retoños de la naturaleza en crecimiento, y es el momento de poder ver las paletas del pintor de verdes y otros colores. 

Primavera

En primavera, el cielo conserva un azul claro por las noches. Si está despejado de nubes se pueden ver los astros brillando, en un manto límpido de azul lumínico.

Imaginen ese cielo en el campo, en donde no hay nada que nos impida ver el firmamento, y si a eso agregamos un gran espejo ¿podremos ver dos lunas? ¿Observar duplicaciones de estrellas?

Lo interesante de este primer haiku seleccionado para el prólogo es que tiene una elipsis verbal. Esto le otorga una intemporalidad que lo convierte en una imagen visual eterna. Podrá no estar el tanque australiano pero, mientras haya un espejo de agua en donde se reflejen los astros, podremos contemplar esta imagen:

¿Dos lunas llenas?
En el tanque australiano,
luna y estrellas.

Colores y perfumes podemos ver y oler en la estación en cuestión. En el poema que sigue contamos con el rojo, el azul y el verde, éste último, tomando en cuenta la pragmática.

La imagen visual y olfativa se repite en las flores, arriba, y en los ladrillos, abajo. Hay como una duplicación de imágenes.

¡Otro haiku sin verbo! Pero aquí nos interesa resaltar el vocablo "charco". ¿Por qué? Porque ese término contiene en su significado la palabra "agua". Entonces ¿había llovido o es una metáfora? Les dejo la inquietud:

Glicina en flor.
En los ladrillos rojos:
charcos azules.

Cambio, permanencia, movimiento, quietud, diferencias, ausencia de tiempo verbal. Son las palabras clave para el haiku siguiente.

El "instante" del cual habla el poeta, más la primavera, son los únicos datos de tiempo no verbal. Pero, por ese instante podemos notar la diferencia entre las mariposas y la estatua. Ella se mantiene quieta en el tiempo. Las mariposas, en movimiento. Lo destacado de este poema es que ese pequeñito momento en el cual las mariposas están posadas en la estatua, pasan a ser una composición: las mariposas forman parte de la estatua y ésta pasa a ser mariposas. Un didáctico juego de un "instante":

Por un instante,
sobre la estatua rota;
dos mariposas. 

Verano

Esta estación es la época más calurosa del año. Tal vez, ese calor hace que en algunos pueblos, la gente duerma un momento, por la tarde. Entonces, las calles del lugar no están acompañadas. No hay nadie que camine por ellas. Sin embargo, el canto de la cigarral, en el verano, es el tópico que le da música a la tarde. A pesar de su corta vida, la cigarra pasa el verano cantando:

Siesta en el pueblo,
las calles polvorientas...
¿Sólo cigarras? 

Otoño

Durante esta estación, comienzan a cambiar el color de las hojas: amarillo, anaranjado, rojo, marrón. Pese a los bellos colores, los árboles pueden comenzar a verse con sus ramas desnudas.

En el poema elegido para esta estación, la hoja caída no está en el piso, está guardada "entre páginas viejas". Es una hoja que guarda el afecto de quien la puso en ese lugar.

Tómese en cuenta que este poema también es intemporal, en cuanto a tiempo verbal, sin embargo cuenta con la temporalidad del otoño que cada año, en esta estación, se repetirá la misma acción: la caída de las hojas:

¿Otro poema?
Entre páginas viejas,
una hoja seca.

La próxima imagen, se torna familiar en nuestra mente. ¿Quién no ha visto y oído las imágenes sensoriales que guardan este haiku?

El gerundio "amaneciendo" le da una temporalidad continuada del instante. El momento durante el cual, los gallos rompen el silencio, en la quietud del campo:

Sobre el carruaje,
contrapunto de gallos.
¡Amaneciendo! 

Invierno 

Para esta estación, hemos seleccionado tres poemas. En el primero, encontramos el viento, impulsor del movimiento, manifestado mediante la forma no verbal "rodando". Es un viento que llega y sigue estando, durante el instante captado por el poeta. Los términos "invierno" y "cardos secos" nos sitúan en la estación en cuestión:

Viento de invierno,
rodando en el camino:
los cardos secos.

La nieve es un elemento posible, durante el invierno. Resaltamos el vocablo "nevó", en pretérito perfecto simple que nos da una idea acabada de la acción. La oración interrogativa, en el poema, refuerza el juego de las palabras "flor" y "copos blancos"

Nevó en los campos,
¿En flor los cardos secos?
O hay copos blancos.

Para ir concluyendo este pequeño apunte guía, hemos dejado el sol que es tan importante en nuestras vidas.

Con un verbo en tiempo presente del modo indicativo el poeta logra contemplar el sol del atardecer. Mediante la metáfora pura: "hoguera de los montes" y la frase "rojo el poniente", la hábil pluma del autor ha completado este cuadro perfecto. Recuérdese que, en el invierno, el rojo del sol se torna mucho más intenso:

Brilla a lo lejos,
la hoguera de los montes.
Rojo el poniente.

STELLA MARIS ACUÑA.

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