Etchebehere, Guillermo
(Cañuelas, 1917)
Guillermo Esteban Etchebehere nació en Cañuelas el 18 de junio de 1917. Hijo de Guillermo Primitivo Etchebehere y Enriquetta Bottero, y hermano mayor de Raúl Enrique, Ademar José y Marta Arregui. A sus nueve años falleció su padre, por lo que tuvo trabajar para ayudar en su casa.
Sus poesías y relatos vivenciales guardan imágenes nítidas de esa infancia. En una carta al poeta Jorge Mario De Lellis, escribió: “Tenía menos de 10 años cuando murió mi padre –una muerte infinita, una de esas muertes que nunca cicatrizan- cuando de golpe debí convertirme en el ‘hombrecito de la casa’ y fusilar los barriletes, las bolitas y los zancos. Ganar el pan, para que mis hermanos más pequeños no dejaran de ser niños. Me convertí en repartidor de un pequeño almacén de mi pueblo. Recorriendo las casas en procura de ventas, hablaba y hablaba con la gente, incluso con las pupilas del prostíbulo (yo necesitaba vender y ellas también compraban) ¡Cuántas cosas hermosas y tremendas aprendí entonces!”.
Finalizó sus estudios primarios en la Escuela N°1 del partido de Cañuelas, los únicos que logró consumar en un pueblo aún sin escuela media. La biblioteca popular y su director, Carlos Vega, fueron el alimento complementario para un joven con aspiraciones universales. “Hay por cierto, muchas similitudes de vida y circunstancias que se dieron en la formación de estos dos valores de la cultura regional y nacional –escribió el maestro Luis Iglesias sobre Etchebehere y Vega- casi surgidos de la nada y que fundamentalmente fueron la obra pertinaz de sus luchas y capacidades. Las mismas voces y los profundos sentimientos que tejen las décimas y dan textura íntima a los sonetos de Etchebehere, son los que descubren los minuciosos estudios de Carlos Vega en el cancionero popular”.
Una anécdota que se registra es la llegada a Cañuelas del payador Martín Castro, quien habría impresionado vivamente al muchacho de pantalones cortos escondido tras los cajones de trabajo. Etchebehere dice haber escrito sus primeros poemas a los 17 años, “cursilerías rimadas”, y que se iba a las calles solitarias del pueblo a recitarlos en voz alta, con el solo eco del barro y perros. Su primer libro contiene poemas desde sus 20 años; se trata de un progreso rápido y a saltos, aunque no sin intervención de un escritor, Álvaro Yunque, de quien en respuesta a sus primeros poemas recibió las tajantes palabras: “¿Para qué es joven? ¿No le da vergüenza aburrirse y estar triste a los 18 años? Barbusse murió de sesenta y murió luchando. ¿Y usted qué hace? ¿Se rasca?”. Etchebehere guardaba la carta como recuerdo del impacto que le hizo cambiar la línea de su poesía.
Por esos años (1935) la revista Claridad –publicación izquierdista para toda Latinoamérica- publicó el poema de Etchebehere “Pueblo natal”, que comenzaba “Porque eres quieto, demasiado quieto/ Porque eres manso, demasiado manso”, franca insurrección a su Cañuelas, pueblo que se preparaba para abandonar, el mismo al que cantaría toda la vida con palabras de eterno enamorado.
Alrededor de sus dieciocho años Guillermo Etchebehere comienza a trabajar en Capital Federal. Su amigo, el dramaturgo Carlos Gorostiza, recuerda su desembarco en la ciudad: “Nos conocimos en las oficinas de Bunge y Born, los dos trabajábamos ahí, yo tendría 15 o 16 años. Un día nos enteramos que ambos escribíamos poemas. Yo lo admiraba mucho, ya había publicado su primer libro, creo, y le mostraba lo que yo hacía. Al principio viajaba todos los días desde Cañuelas, luego, cuando se vino a vivir a la pensión de la calle Bolívar, empezamos a salir juntos. Íbamos a los cafés, al Tortoni, a un lugar que se llamaba AIPE (Asociación de Intelectuales, Periodistas y Escritores), que era bien de izquierda. Salíamos a caminar por Avenida de Mayo…toda una aventura en aquella época”.
Su primer libro, Pulso de la tierra, publicado en 1940 con recursos propios, obtuvo críticas desparejas. Editar entonces –a diferencia de la actual atomización que puede esquivar el juicio crítico- implicaba someterse a la opinión de los principales escritores y medios de prensa. Bernardo Verbitsky escribió en Noticias Gráficas: “Pulso de la Tierra es quizá un título muy ambicioso y puede abarcar la labor total de un poeta, pero es muy interesante, plantearse a sí mismo desde un comienzo un programa tan considerable…Su visible facilidad para versificar, como ocurre muchas veces, no llega a ser una ventaja, y más bien pasa a ser lo contrario. Etchebehere se deja arrebatar quizá por el impulso de la versificación”. Y sigue señalando la arbitraria elección de algunas formas, como el romance, al par de la exclusión de otras. Si se lee bajo esta clave Jornada del hombre (1943), su libro siguiente, se puede considerar que la crítica llegó buen puerto: Etchebehere incluye sus primeros sonetos, del que fue original cultor, y practica también el verso libre, creciendo sus temas desde la raíz de nuevas imágenes, personales y existenciales a un tiempo.
Son los tiempos del grupo “Lilulí”. “Un día nos encontramos reunidos en Buenos Aires un grupo de juvenil de aspirantes a escritores, poetas, actores, dibujantes (y también de ‘aspirantes a santos’, como decía el título de la novela de Georges Duhamel)”, dijo Luis Iglesias.
El nombre “Lilulí” proviene del título de la pieza teatral (1919) de Romain Rolland, una sátira contra la guerra. José Oscar Arverás, la otra voz poética del grupo, en la presentación de uno de sus libros decía “pertenezco fundamentalmente a la generación de la guerra de España, acontecimiento que signó nuestra irrenunciable vocación por las luchas del pueblo”. Declaraciones posteriores de Luis Iglesias y Carlos Gorostiza – ambos integrantes del grupo- reafirman que el interés por la cultura era atravesado por la perspectiva política, que en ninguno se verificó como militancia partidaria directa sino en posicionamientos generales y firmes ante hechos nacionales e internacionales.
Al grupo “Lilulí” lo completaban: Floreal Mazía (traductor plurilingüe), Néstor Mentaberry (dibujante), Felipe Rossi (director de televisión), Pedro Asquini (actor y director de teatro), José Luis García Falcó (maestro y periodista), Alberto Lema (actor y dirigente sindical), Alfredo Herrero (actor), Federico Golcio (médico y profesor) y el cañuelense Juan Torraca, primo de Etchebehere, que en registros de Luis Iglesias aparece como “animador y administrador del grupo Lilulí”. La actividad tenía por uno de los centros el viejo teatro La Máscara, donde Gorostiza y Asquini se iniciaron como actores, y con cuyos vales de venta crearon el proyecto editorial “Cuadernillos militantes de poesía y prosa Lilulí”, publicando un total de nueve libros, colección que abrió con Jornada del hombre (1943) de Guillermo Etchebehere y cerró con Nueve cantos (1945) de José Pedroni. El grupo suspendió toda actividad con la distribución de un volante fechado el 17 de octubre de 1945.
Uno de los precursores de la literatura infantil en Latinoamérica, el temperlino José Sebastián Tallon (1904-1954), trabó una relación magisterial con los integrantes del grupo, en especial con Guillermo Etchebehere, a quien impulsó a presentar su tercera obra, La semilla del viento (1947), en el Concurso Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, augurando su premiación. El jurado integrado por los escritores Leopoldo Marechal y Rafael Jijena Sánchez, y el escribano Raúl M. Salinas, otorgó al cañuelense el primer premio en poesía, quedando en segundo lugar María Elena Walsh con su primer libro “Otoño imperdonable”.
El poeta con este libro, amén del premio, define su ubicación y sus temas literarios. Las tentativas líricas, los pulsos terrestres de sus primeros poemas, son devueltos a plena luz solar: los campos de su lugar tutelar, los hombres que se mueven y trabajan sobre la tierra, los animales, la siembra, una semilla cósmica que muere y renace en un aliento poético inacabable.
Un silencio editorial de nueve años siguió a esta publicación, aunque se verifique que hacia 1948 el autor ya trabajaba en los poemas de La lumbre permanente (1956). La madurez de esta última entrega, aún no se encuentra del todo valorada. El poema “Génesis” inmenso portal del libro y de la pampa celeste y subterránea, que reversiona algún poema de Vicente Barbieri aun superándolo, y las colosales décimas, únicas, por su calidad y profundidad desusadas, hacen de Etchebehere uno de los grandes olvidados en las antologías y estudios literarios posteriores que se precien generacionales, regionales o bonaerenses.
Etchebehere es un representante característico de la llamada generación del 40, pero sin muchos de sus defectos de origen. El exacerbado lirismo, el apego al terruño y a la infancia –en Etchebehere no idílica- incluye también lo social, al otro como un hermano que sufre. Quizá por esto Atahualpa Yupanqui hizo propios varios de sus versos, musicalizando tres de sus décimas en dos milongas: “La mano de mi rumor” y “Memoria para el olvido”, incluidas en el disco El canto del viento (1980).
Su obra ha merecido elogios, además, de: Enrique González Tuñón, Jorge Calvetti, Mario Jorge de Lellis, José González Carbalho, José Portogalo, Roberto Ledesma, Bernardo Verbitsky, Carlos Rafael Giordano, entre otros. Pese a que no eran comentarios buscados, y Etchebehere se cuidó toda la vida de la autopromoción.
El poeta pasa los últimos años de su vida absorbido por su trabajo en la CGE (Confederación General Económica), tras su dedicación a la Junta Nacional de Granos. En la CGE trabó relación con José Ber Gelbard, luego Ministro de Economía de Juan Domingo Perón desde mayo del 73 a la muerte del mandatario en julio del 74, continuando cuatro meses más bajo la presidencia de María Estela Martínez.
El rumor de que Etchebehere escribía los discursos de Gelbard durante su ministerio –y quizá desde antes, en la CGE- fue comprobado por familiares y amigos. Luis Iglesias recordó que el empresario intentó, en varias oportunidades, convencerlo a Etchebehere de que tuviera una participación más abierta y visible. La mano derecha de Gelbard, desde años atrás en la CGE, era José Luis García Falcó, “el negro”, ex Lilulí, amigo íntimo Guillermo Etchebehere, “siempre andaban juntos, cuando nos íbamos de vacaciones o venían a visitar a mi familia” dice Iglesias. A instancias de Gelbard y Falcó, Etchebehere viajó a Cuba en febrero del 74, donde conoció a Fidel Castro. En la biografía “El burgués maldito (José Ber Gelbard, jefe de los empresarios nacionales…)” de 2003 María Seoane narra los pormenores de la estadía de la comitiva argentina que viajó a entregar maquinarias.
La poesía esperaba, para producirse, “un mejor momento del país”, según sus dichos de la época. Los familiares recuerdan sus últimas venidas a Cañuelas al campo de su hermano Raúl, “Tute”: con un vaso de whisky se enfrascaba en los discursos, en tratar de decir “lo mismo con distintas palabras”.
Debido a sus hábitos de fumador, en 1976 le diagnosticaron un aneurisma abdominal que se intervino en la Clínica Marini. Dos años después, en junio del 78, volvió a la clínica por un malestar en el pecho y el abdomen, y a las pocas horas fue dado de alta. Guillermo Etchebehere falleció súbitamente ese mismo día, el 2 de junio de 1978, con el alta médica y luego de que sus amigos y familiares anunciaban que se encontraba fuera de peligro.
En conferencia del 15 junio de 1979, a un año de la muerte de Guillermo Etchebehere, en la Biblioteca Sarmiento D. F. Sarmiento de Cañuelas, el maestro Luis Iglesias afirma: “en nombre de los entrañables amigos de Guillermo, propusimos a sus hermanos que su biblioteca, sus libros –leídos, releídos, subrayados- sus carpetas de recortes, sus manuscritos y papeles, pasaran a ser bienes al servicio de todos, aquí en Cañuelas y quedarán depositados en pleno corazón de la Biblioteca Popular Domingo Faustino Sarmiento, como bitácora testimonial y orientadora”. De todo lo dicho, solo se registró el ingreso desde su departamento de Chacabuco al 500 (CABA), donde Etchebehere vivía solo, una suma aproximada de cuatrocientos libros de su biblioteca personal, reconocibles por su firma, separados y catalogados por la bibliotecaria Luisa Aristegui y el poeta Víctor Cuello en la década del 90, trabajo que se continuó los años siguientes. Luis Iglesias aportó, varios años después (2005 y 2007), los recortes periodísticos, mecanografiados de sus poemas y algunos inéditos.
Entre los libros de su biblioteca personal podemos encontrar ejemplares dedicados de: Manuel J. Castilla, José Pedroni, Pedro O. Orgambide, Carlos Sabat Ercasty, Raúl Aráoz Anzoátegui, Nicandro Pereyra, Néstor Groppa, Raúl Amaral, Horacio Jorge Becco, Amaro Villanueva, Américo Cali, Atilio Castelpoggi, Nira Etchenique, Ernesto Castany, José Rodríguez Itoiz, Lysandro Z. D. Galtier, Antonio Requeni, y muchos otros.
Revistas donde escribió: Índice (órgano de la Biblioteca D. F. Sarmiento de Cañuelas que Etchebehere dirigió los años 38 y 39), Claridad, Conducta (dirigida por Leónidas Barletta), Laurel, Argentina Libre (publicación antifascista) y El 40 (revisión de la generación del 40 en la década siguiente).
Algunas antologías y recopilaciones críticas donde fue incluido: “Poetas sociales de la Argentina (1810-1943)”, recopilación de Álvaro Yunque; “La moderna lírica rioplatense: desde Lugones y Herrera y Reissig hasta nuestros días” (compilación de Yunque y Humberto Zarrili, 1944); “Poesía argentina 1940-1949”(compilación de David Martínez, primera antología de los poetas del 40); “Breviario de literatura argentina contemporánea, con una ojeada retrospectiva” (Juan Pinto, 1958); “Evolución del soneto en Argentina” (Roberto Ledesma, Ediciones Culturales Argentinas, 1962); “Capítulo. La historia de la literatura argentina” (Fascículo 50, Centro Editor de América Latina, 1968); “Los poetas del 40” (selección de Alfredo Veiravé, Centro Editor de América Latina, 1968), “Pasión y suma de la expresión argentina: Literatura-Cultura-Región (Juan Pinto, 1971); “La generación poética del 40” (Luis Soler Cañas, ECA, 1981), “V. Barbieri, M. Etchebarne y otros. La poesía del cuarenta” (selección de Baumhart-Crespo de Arnauld-Luzzani Bystrowicz, CEAL, 1993).
Sus obras también aparecen en varias antologías de literatura infantil, en especial por poemas que escribió entre los años 1939 y 1941: “Nuevo ritmo de la poesía infantil” (compilación de Germán Berdiales, Lib. Hachette, 1957) y “Antología de la poesía infantil” (compilación de Blanca de la Vega, Ed. Kapelusz, 1973). Y en manuales escolares, donde su poema más reproducido es “Palabras de colores”.
Publicaciones individuales en libro: Pulso de la tierra (edición de autor, 1940), Jornada del hombre (Cuadernillos Lilulí, 1943), La semilla del viento (edición de autor, 1947), La lumbre permanente (Ediciones La Llanura, 1956. Con un dibujo de Juan Carlos Castagnino).
Rasgos de su personalidad recogidos de familiares y amigos: Entusiasta en temas de la cultura. Hablador. Gran anecdotario. Recordaba sus poemas de memoria. Sus amigos se disputaban su compañía. Charlas sobre la situación del país y literatura. No hablaba de su obra. Menos de su vida sentimental que sus allegados consideraron casi secreta. Organizado. Ahorrativo. Vida en soledad, autosuficiente. Gustaba organizar vacaciones con sus amigos (Iglesias y su esposa Clement, García Falcó y él). Hacía agradable cualquier ambiente (cocinaba, limpiaba). La música era su compañía constante (Mozart, Beethoven, Falú). Tomaba cerveza, poco, vino, si era bueno, whisky en su madurez. Fumador copioso.
“Y nada más –cierra Etchebehere su carta a De Lellis, en julio del 56. Los acontecimientos más importantes de mi vida están, en una u otra forma, dentro de mis poemas, porque yo también hace mucho que he adherido en totalidad a las palabras de Neruda: ‘¡Dios me libre de inventar cosas cuando estoy cantando!’”
En Cañuelas, durante la década del 80 la Biblioteca D. F. Sarmiento organizó el concurso literario “Guillermo Etchebehere”, certamen retomado en el año 2010 y que resultó auspiciado por la Secretaría de Cultura de la Nación.
El 7 de octubre del año 2000 se impuso a un barrio de Cañuelas el nombre del poeta Guillermo Etchebehere. La iniciativa surgió de los creadores del Rancho Cultural Los Uncalitos, Susana Frasseren y Pablo Garavaglia, ubicado en el barrio. El barrio Etchebehere está comprendido entre las calles Del Carmen hasta la prolongación de Mozotegui y desde Roca hasta la prolongación de Brasil, frente al barrio Los Aromos. El acto de imposición el 7 de octubre de 2000 coincidió con la apertura de la muestra del Certamen de Poema Ilustrado "Guillermo Etchebehere" organizado por Los Uncalitos.
En este blog se publican periódicamente obras, comentarios y misceláneas sobre el poeta:
http://guillermoetchebehere.blogspot.com/
©Juan Manuel Rizzi